lunes, febrero 07, 2005

El desmayo en mi bacanal



La forma que tiene una persona sibarita (como yo) de honrar a los seres que merecen su aprecio y respeto es agasajarlos con los placeres terrenales de todo tipo.


No todos pueden participar de todo.
Javier disfruta de todos mis agasajos pero a los demas, como Tomas, solo los invito a abrir sus sentidos orales y musicales durante una sola jornada.

Tomas es una de esas personas que merecen toda mi envidia: cumple brillantemente con su deber, gracias a la ley del mas minimo esfuerzo, y el resto del tiempo lo dedica a saborear quesos, mujeres y vinos de todo tipo.

Este dia era especial para mi, no descansaria hasta cumplir con mi cometido.
Desde el despertar fue un placer, como siempre enredada en Javier, pero las drogas que tomo me tenian emborrachada y con la boca seca. Dos cafes y mis pies ya corrian por el parquet moviendo telas y agitando cucharas.

Elegi cada ingrediente como para una posima guardada solo en los reconditos de mi mente.
Sola, el departamento se preparaba conmigo. Los vinos, las pastas, legumbres y frutos de la tierra que se preparaban para abrir los poros del placer de mis comensales.

Tomas llego primero, asi que alcanzo a divisar mis ultimos pasos de bruja chilena, pero tambien empezo a beber el jugo alcoholico que lo adormeceria despues.
Cuando Javier llego sus pupilas ya estaban dilatadas, tanto, que ni el agua caliente logro cerrarlas. Y cuando se unio a nosotros comenzo el bacanal.
Una sinfonia de quesos y vinos abrio el primer acto, lo que fumabamos lograba el espacio perfecto de las combinaciones.
Tomamos nuestros puestos.
Sus rostros, iluminados por sus ojos, relataban pedazos de historias pasadas mientras se impregnaban de un sabroso manjar.
Sin pausas ni parsimonias repetian los distintos sabores y se empapaban de los liquidos que los llevaria al estado supremo de la inconciencia.
Siempre querian mas y mas, y compartian mis agasajos como niños huerfanos de placer.
El dulce hizo sucumbir sus lenguas pero el agua oscura los hizo olvidar la tarde.
Javier fue el primero en perder la conciencia, y cubierto de rojo, se olvido de abrir sus pupilas dilatadas (a mas no poder) para compartir.
Tomas lucho hasta el final, pero la musica que nos inundaba lo sumergio en el momento en que la imaginacion es su unica dueña.
Yo los miro concentrada, y quisiera mantenerlos asi, para siempre, desmayados en mi bacanal.
La musica me emborracho a mi, y solo los tambores logran que mis pies sean la unica parte de mi cuerpo que se mueva sin convencer al resto de despertarme.

Desmayados,
inconscientes
,
aturdidos y
unidos
por el
bacanal.