Ya por añejos vinos corre sangre, corren caballos negros y el sol relumbra.Entre banderas fuertes sujeto tu ilusión, como un pájaro rojo a la orilla de los dramáticos océanos de números; y, cuando las viejas águilas atardecen tus pupilas de otoño,mi pasión enarbola sus ámbitos a la vanguardia de aquellos ejércitos tremendos,en donde relucen las calaveras de los héroes.
martes, noviembre 14, 2006
Mi última noche
Quería escribir miles de palabras esta noche, me había aguantado tantas noches para reservar ésta..... pero estoy congelada. Mi vientre salta para todos lados y por segundos no puedo respirar. Hace días ya que toda la valentía que acumulé para aguantar el dolor se quedó bajo la cama y sólo alcanzo a gemir y a llorar cada vez que doy un paso.
Mis huesos se empezaron a separar hace meses y ya tomaron la distancia máxima que mi carne soporta, pero no fue suficiente.
Finalmente mi espalda se dobló.
Y por más que Javier y yo nos transformamos en un par de conejitos, comí papayas, bailé en matrimonios, nadé, me hice adicta al jacuzzi y seguí todas las recomendaciones que mi doctor me sugirió, la Amelia no pasa por ningún orificio que no sea hecho con un bisturí. Así que la Amelia llega mañana a mirarnos con sus ojitos de aceituna. Ahora pateará al aire y seguirá alimentándose de mí. Mirará al cielo y reconocerá la voz ronca de su padre que le cantaba himnos de equipos lejanos.
Ya no sentiré esas ansias de carne roja y llena de sangre que me violó durante meses, y volveré a mi fascinación por los peces.
Finalmente podré respirar hondo sin sentir sus pies en mis costillas. Escucharemos música juntas y miraremos a Javier llegar por las noches. Al fin podré estrecharla entre mis brazos y llorar cuando vea llorar su padre.
Al fin podré ver su carita.
Esta noche me parece eterna y es la última, la última noche y nuestra primera madrugada, antes de respirar nuestro aire y amarnos para siempre.
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